jueves, mayo 25, 2006

¡Ah! pa´ presidentito…

Cinco años y ocho meses efectivos o en total de presidente de la República. Enemigo jurado de Benito Juárez, con una vida pública que  inauguró una época y una tradición de golpes bajos que quitó toda legitimidad a la política, la convirtió en un sainete plagado de intereses inmediatistas, en el que con mucha facilidad se pasó del drama al terror o a la farsa en la medida en que proliferaron las conspiraciones generalmente ridículas y se falsearon las posiciones ideológicas políticas.
La corte palaciega, los ministros ocupados en distinciones y homenajes hicieron de la Capital la ciudad más pintoresca que centralizaba la corrupción, mientras el país quedaba despoblado por el hambre,  se arruinaban los campos, declinaba el comercio.
Fue una etapa de anarquía en la que los vivales decidieron la política y el centralismo aceleró la desintegración del territorio nacional.
Le llamaron “El Gran Farsante” por qué en su última etapa en Palacio Nacional, se superó a sí mismo. Él y su gabinete fueron “payasos” haciendo de personajes.  Lo mismo propuso la entrega del país a los norteamericanos que a los europeos.
Mientras tanto, conspiraron contra su propio país, los altos jerarcas de la iglesia, distinguidos generales, ex presidentes de la República, aristócratas, empresarios, periodistas, gobernadores, diputados y senadores. Sin duda, los intereses creados fueron de tal magnitud que resultó más conveniente esconder la realidad que echar luz sobre el pasado nacional para desenmascarar, de una vez y para siempre, a los auténticos enemigos de México.
Se le oyó decir alguna vez alguna vez como Presidente: Nosotros ya no tenemos remedio ¿Quién va administrar la purga que tanto necesitamos los mexicanos? ¿los curas? ¿los militares? ¿los políticos? ¿los periodistas o los empresarios evasores de impuestos? ¡bah! concluyó, dando en esa ocasión por terminada abruptamente la conversación.
Pero de plano, se pasó, al odiar a Juaréz. Al patriota que determinaba su conducta pública con frases tan conocidas como:
“No deshonra a un hombre equivocarse. Lo que deshonra es la perseverancia en el error”.
“Haya energía para cumplir la ley; esto bastará para que la nación se salve y sea feliz”.
“Mi deber es no atender a los que sólo representan el deseo de un corto número de personas, sino a la voluntad nacional”.
“Es imposible, moralmente hablando, que la reacción triunfe”.
“Contra la Patria nunca tendremos razón”.
”Todo lo que México no haga por sí mismo para ser libre, no debe esperar, ni conviene que espere, que otros gobiernos u otras naciones hagan por él”.
“La respetabilidad de un gobierno le viene de la ley y de un recto proceder y no de trajes ni de aparatos militares propios sólo para los reyes de teatro”
“El pueblo que quiere ser libre lo será. Hidalgo enseñó que el poder de los reyes es demasiado débil cuando gobiernan contra la voluntad de los pueblos”.
“No reconozco fuente de poder más pura que la opinión pública”.
“El principio de no intervención es una de las primeras obligaciones de los gobiernos, es el respeto debido a la libertad de los pueblos y a los derechos de las naciones”.
“Entre los individuos como entre las naciones, el respecto al derecho ajeno es la paz”.
Por lo visto nadie repara en que quien no conoce su historia está condenado a repetirla, con todas sus funestas consecuencias. Hay que conocer el papel desempeñado por Antonio López de Santa Anna, once  veces al frente de la nación pero con un total de cinco años, ocho meses y veintiún días de ejercicio real, para buscar la forma de evitar el tener otro presidente de México tan nefasto.

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