miércoles, mayo 16, 2007

Hasta luego amigo "Buda"...




Cuando un amigo se va/ queda un espacio vacío/ que no lo puede llenar/ la llegada de otro amigo. Cuando un amigo se va/ queda un tizón encendido/ que no se puede apagar/ ni con las aguas de un río. Cuando un amigo se va/ una estrella se ha perdido/ la que ilumina el lugar/ donde hay un niño dormido. Cuando un amigo se va/ se detienen los caminos/ y se empieza a rebelar/ el duende manso del vino.Cuando un amigo se va/ galopando su destino/ empieza el alma a vibrar/ porque se llena de frío. Cuando un amigo se va/ queda un terreno baldío/ que quiere el tiempo llenar/ con las piedras del hastío. Cuando un amigo se va/ se queda un árbol caído/ que ya no vuelve a brotar/ porque el viento lo ha vencido. Cuando un amigo se va/ queda un espacio vacío/ que no lo puede llenar/ la llegada de otro amigo… Estos sentimientos hechos canción por Alberto Cortez reflejan el sentido pesar por el fallecimiento de un amigo. Los hago míos en los inicios de este mayo, cuando, abrumado por la noticia infausta, me entero del fallecimiento de Juan Manuel Alcalá Ascencio en la ciudad de Compostela, Nayarit.Recorrimos infancia y adolescencia juntos, nuestros caminos coincidieron durante las vivencias infantiles pueblerinas y tejimos con ello, una red que atrapó nuestros corazones. Ya en los inicios de los sesentas, nuestros destinos diversificaron rumbos siguiendo con ello, caminos distantes, aunque la amistad perenne siguió intacta. Qué invaluable, haber conservado una amistad pura, desinteresada y plagada de gratos recuerdos y que legado personal tan valioso al comprobar que si existe tal tipo de sentimiento fraterno.La convivencia durante festejos familiares y durante los cursos escolares de la Primaria y luego de la Secundaria, incrementaron el anecdotario del vivir cotidiano, marcando su permanencia constante y agradable en el recuerdo.¿Cómo no recordar cuando después del regreso de su papá “Chabelo” desde Puerto Vallarta, lo premiaba con dinero y me invitaba invariablemente mi amigo Juan, a deleitarnos con un raspado de nuez del Manantial? Aquellos billetes azules con Allende en el anverso parecían contener todo un mundo de cosas por comprar y que generosamente compartía el generoso “Buda”, pues con este apodo se le conoció por siempre. Lo que pocos sabían es que él mismo se adjudicó tal alias con su inocencia y limitada pronunciación infantil, pues pregonaba entre sus familiares y amigos: “yo soy la buda panzona” e inflaba notoriamente su vientre al mismo tiempo.
Ir a pescar a “La Vena” fue particularmente histórico. Tal riachuelo al poniente de la ciudad, jamás volvió a ver sistema de pesca semejante. Entretenido como estaba yo amarrando anzuelo a la cuerda respectiva, fui interrumpido con los gritos de Juan que me indicaba que corriera rápidamente por el mismo rumbo de él. Pensando que se trataba de algún animal peligroso, a grandes zancadas me emparejé a su carrera, oyendo inmediatamente el estruendo de una explosión y sintiendo un leve sacudimiento de la tierra. Seguidamente, una nata flotante de humo cubrió la superficie acuática y acompañados de burbujas, empezaron a flotar los pequeños peces.
Tal fue su desesperado sistema de pescar, facilitado por unos cartuchos de dinamita que “expropió” a un familiar que los guardaba como herramienta a usar cuando se abría en ese tiempo la carretera pavimentada Compostela-Puerto Vallarta.
Recuerdos ingratos también se dieron. Luego de ir a montar caballos en la caballeriza de Carlos Maldonado anexa al Malecón, nos sorprendió un tormentón característico del verano compostelense, con tan mala suerte que nos cubrimos bajo un tejabán plagado de hormigas bravas o asquiles que nos obligaron a abandonar el refugio y emprender camino ya empapados hacia el pueblo. Partir plaza enlodados y a rasque y rasque, no fue experiencia particularmente agradable…
Muchas más anécdotas compartimos amigo Juan. Hoy que te ausentas físicamente, quiero decirte, que para mí, no has muerto, pues mientras evoque tu grato recuerdo, vivirás por siempre junto conmigo.






En la foto: Juan Manuel, arriba con camisa de cuello oscuro. El autor de este escrito. en el ángulo inferior derecho y curiosamente con cuello de camisa semejante.