martes, enero 31, 2006

Que ocurrencia del buey congruente en plenas campañas…



De por si no pintan bien para nada las promociones de los candidatos presidenciales para que en diez minutos un bruto los opacara en los noticieros.
La presencia fuera de lugar del Obispo de Ecatepec Onésimo Zepeda Silva en tan mundano sitio, causó extrañeza en muchos e indiferencia en los pocos acostumbrados a ver a tan prominente integrante del Clero Católico en eventos no propios de su investidura.
Los conocedores del gusto por la buena vida y su disfrute por parte de tan distinguido hombre de Dios, incluso saludaban eufóricos al personaje rebosante de dicha, que en un papel protagónico fatuo incrementaba levemente su marcado narcisismo.
En ese festejo prominentemente popular se encontraba este mismo pastor de la grey católica que días antes acudiera a celebrar el cumpleaños de su “colega” Antonio Chedraui, arzobispo de la Iglesia Ortodoxa, en una tarde de encuentros amigables según narran las crónicas sociales de la “High Society”.
En esa reciente ocasión, en la fiesta celebrada en el fraccionamiento Bosque Real, en Huixquilucan, Estado de México, convivió don Onésimo con lo más granado de la élite social y política del país.
Saludó a Marta Sahagún primera Dama de la nación, al procurador general de la república, Daniel Cabeza de Vaca que arribó en helicóptero, junto con el subprocurador Santiago Vasconcelos, a Enrique Peña Nieto gobernador mexiquense e igualmente estrechó la mano de Felipe calderón, Roberto Madrazo, Josefina Vázquez Mota, Manuel Camacho Solís, Bernardo de la Garza, Alfonso Navarrete Prida, procurador general de justicia del Estado de México y al
ombudsman nacional de los Derechos Humanos José Luis Soberanes.
Con el desfile interminable de vehículos de lujo como BMW, Mercedes y Jaguares también arribaron Heliodoro Díaz, presidente de la Cámara de Diputados, y Tomás Yarrington, el ex gobernador de Tamaulipas. Los empresarios prominentes Lorenzo Servitje y Ricardo Salinas Pliego también acudieron al exclusivo ágape.
Tal vez el codearse con tantos prominentes personajes de la vida socio política le hizo recordar el año 1999 cuando junto con el entonces presidente Ernesto Zedillo Ponce de León, develó la placa inaugural propia de la ampliación y remodelación de la Catedral de Ecatepec en ese municipio  -uno de los más pobres-  del Estado de México.
En aquella hoy lejana ocasión, el Obispo Zepeda Silva después de la ceremonia ofreció una comida, al Jefe de la Nación y a su comitiva, así como a 31 Obispos de diversas diócesis del país.
El presidente Ernesto Zedillo convivió durante la comida con el Cardenal, Norberto Rivera Carrera, los obispos Luis Reynoso Cervantes, Héctor González y el propio Onésimo Zepeda. También estuvo el padre Marcial Masiel acusado luego de pederastia; los empresarios Harp Helú, Antonio González, Antonio Chedraoui, y Francisco Garza Zambrano; el presidente municipal de Ecatepec, Jorge Torres Rodríguez y el gobernador del Estado de México, César Camacho Quiroz.
Pero volviendo al incidente del pasado domingo 29 de enero de este 2006, ése episodio que dejó mal parado al reducido grupo de privilegiados, ávidos de solazarse viendo sufrir a las demás criaturas de Dios fue retransmitido hasta la saciedad para una tele audiencia ya francamente hastiada del mitote.
El batidero que hizo en tan corto lapso de tiempo arremetiendo impulsivamente contra unos cuantos “riquillos” de la clase pudiente mexicana, dio pie para que los promotores a favor de minimizar el hecho y los afectados y sus allegados merecieran una tribuna televisiva para exponer sus puntos de vista durante bastante tiempo y dentro del horario “triple A” que es el más visto y también el más caro en promoción publicitaria; “robando cámara” a los mensajes sosos de los candidatos presidenciales.
Por fortuna para el Obispo Cepeda o Zepeda que debutó como empresario de ganadería taurina apadrinando a un torero, el descomunal toro, buey, burel o animalón bruto de 500 kilos pero plenamente congruente que con su nombre “Pajarito” que voló cayendo sobre el público en las carísimas localidades de barrera de sombra de la plaza México no alcanzó a tocarlo a él.

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