En México, la mujer comenzó su reivindicación socio política, a raíz del impulso dado por el presidente de la República al que su esposa como “Primera Dama” ambiciosa hizo ver mal en su desempeño.
Se le dio realce a la participación directa de la mujer en los procesos electorales en el que históricamente ya se clasifica como el período presidencial “De la voraz esposa latifundista urbana rapiñera”.
El protagonismo rapaz de la doñita opacó todo lo que de benéfico tuvo el sexenio que ni fu ni fa, en cuestión de resarcir daños provocados por presidentes anteriores deshonestos.
A nivel mundial fue notoria la escandalosa y desenfrenada liberación sexual de las mujeres característica del fenómeno “Hippie” angloamericano de inicios de los años setentas.
En la “Madre Patria” se presentó el desquiciante fenómeno social de promiscuidad sexual, casi al final de esa misma década.
La represión de libertades impuesta por Francisco Franco el caciquil “Caudillo de España por la Gracia de Dios” hasta su muerte en 1975, se trocó ya en esa naciente época post franquista, en libertinaje sexual femenino irrefrenable e inusitado.
El agregado extra de un sector del homosexualismo liberado también, con sus reclamos de reconocimientos, derechos y tolerancia, caracterizó aún más el ibérico desenfreno.
En la “Hija Patria” de los ochentas en delante, padecemos los mexicanos, más liberación social que sexual del sector femenino.
La inicial y modesta incursión en política ha evolucionado negativamente y el balance está resultando desfavorable.
Resultan más o menos bien libradas: “La compañera” Esther Zuno echeverrista como Primera Dama y cuatro de las cinco gobernadoras hasta la fecha: Griselda Álvarez de Colima, Beatriz Paredes de Tlaxcala, Dulce María Sauri de Yucatán y Amalia García de Zacatecas.
Rosario Robles gobernadora del Distrito Federal encaja de plano dentro del grupo de mujeres con público desempeño pernicioso, iniciado con Rosa Luz Alegría de lopezportillismo involucramiento y actualizado con las conductas nefastas de la actual inquilina de Los Pinos y de la tristemente célebre Elba Esther Gordillo.
El colmo de muestrario del viejerío con suerte acomodaticia en el gabinete foxista es Xóchitl Gálvez Ruiz.
Con estudios de Ingeniería en Computación por la UNAM y exitosa empresaria con reconocimientos nacionales e internacionales, no duda en ponerse su incongruente atuendo de indígena otomí y utilizar la más importante tribuna, trátese de la presidencial, empresarial o filantrópica, para exponer su vulgaridad, mal gusto y seudo humorismo basado en manifestar su coprolalia o mal decir -en vivo y en directo televisivamente- para hacerse notar aun siendo de tal forma; ya que al frente de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas como su titular, no ha hecho más que sobresalir en Los Pinos gritando escandalosamente frente al televisor cuando la selección de fútbol juega en el mundial y el gabinete foxista con la camiseta verde puesta, disfruta los partidos.
En Baja California, el PAN estatal ha establecido que para las elecciones de julio próximo, la mitad de aspirantes a puestos de elección popular federales, sean mujeres. Ya no se trata de que sean los más capaces -sean hombres o mujeres- sino de establecer una “cuota” equilibrada para cada género para complacer al sector femenil.
Ante tantos excesos negativos ¿sería factible condicionar el voto masculino al candidato presidencial que garantice refrenar la ginecofuerza desatada?
No se trata francamente de llegar al añorado “Detrás de un gran hombre hay una gran mujer” pero si al más justo “Al lado de un gran hombre hay una gran mujer” o viceversa, y salir definitivamente del ya casi “Detrás de una gran mujer hay un hombre” como lo demuestran estadísticas jarochas recientes que narran como de enero a octubre de 2005 en las agencias del Ministerio Público Especializadas en Delitos Sexuales y contra la Familia de Veracruz, se presentaron 56 denuncias de varones contra de sus parejas, por maltrato, físico o psicológico, o ambos a la vez.
Y suspendo esto porque después de la tercera llamada a comer -va en la segunda- mi esposa blande un rodillo contra mi cabeza obligándome a hacerle caso.
Mientras camine hacia la mesa, no dejaré de pensar; que si nunca segundas partes fueron buenas, en la actualidad menos.
Y que si doña María Izaguirre en la década de los cincuenta hizo ver mal a su esposo el entonces presidente Ruiz Cortínez…
Hoy, hoy, hoy, doña Martita la superó con creces al eclipsar -totalmente- al Vicente que bajo su férula o dominio; cambió las justicieras botas aplasta tepocatas, víboras prietas, alacranes güeros y demás fauna política perniciosa del poder público pasado,
por unas mullidas pantuflas domésticas.
Convicciones: Políticos vs. Ciudadanos
Hace 1 año.
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