jueves, enero 12, 2006

Una más de migrantes sufridos, violentados y esquilmados...


Aquellos auto exiliados casi parias, penosamente intentaban cruzar la frontera norte de su país.
Abandonando su núcleo familiar, sufrían anímicamente al pensar en una lejanía prolongada que llegara a deteriorar sus relaciones afectivas hogareñas.
La expectativa de mejoría en todos los aspectos teniendo como base el económico,
los había llevado a tomar la arriesgada decisión de cruzar la barrera acuática inmediata para internarse en el vecino país del norte.
Les dolía abandonar su propia patria, el territorio entrañablemente querido, que debían dejar teniendo en mente llevar a cabo un  desempeño personal pleno, digno y económicamente remunerable.
Vadeando sigilosamente en espera del momento propicio; seguidamente, lograron cruzar el río e internarse ilegalmente a la inmensa nación vecina.  
Con vívida angustia apresuraron sus pasos adentrándose rápidamente en el territorio ajeno.
Llevando a cuestas más ilusiones que equipaje, les resultaba fácil  moverse  velozmente.  Aguzando ojos  y oídos,  buscaron  la  brecha  ideal  para  burlar  a los desalmados guardias fronterizos de  tan  mala  fama  por  el abuso cruel  y  sistemático  contra  los  ilegales  invasores.  
Con temores  selectivos, a  la  brutalidad   policíaca  los  hombres  y  a  los abusos  de  tipo  sexual  las mujeres se desplazaban “con el Jesús en la boca” permanentemente.
El corazón desbocado por influencia adrenalínica hacía retumbar las sienes y oídos.
En  un  reten  secundario  de  revisión policíaca,  fueron copados, golpeados, vejados y encarcelados.
Tragando rabia e impotencia, vieronse despojados de la reserva monetaria destinada a solventar los gastos propios del viaje y al pago del guía o “coyote” comprometido en llevarlos a la ansiada meta.
Tristemente sufrieron pensando en el adeudo pendiente cuando concluyera  su deportación y retornaran derrotados a casa.  
Todos ellos habían tenido que recurrir  a  préstamos  en efectivo al emprender su aventura en busca “del sueño americano".
Luego de amargos días de infrahumano encarcelamiento y sin poder asimilar el porque del cruel y riguroso trato, un desvencijado autobús los llevo al punto fronterizo para su retorno obligado.
Asegurándose de haberlos expulsado definitivamente de su territorio, los abusivos guardianes de la frontera cerraron un cotidiano capítulo más de su despreciable ruindad. Frotándose regocijadamente las manos saboreaban de antemano el arribo de nuevas víctimas a esquilmar en condiciones semejantes.
Jurando  nunca  más  regresar, las dolidas víctimas volvieron a la misma rivera sur del río Suchiate. Las guatemaltecas aguas de esa orilla, sintieron disolverse en ellas, muchas lágrimas de  algunos integrantes del grupo de centroamericanos, que dos días antes habían partido lleno de ilusiones desde ese mismo punto geográfico, antes de toparse con la temible “migra” mexicana que les impidió adentrarse a México frustrando su ensueño de llegar a Norteamérica.

1 comentario:

moypitt dijo...

Ja, ja, ta chilo jefe, si yo siempre lo he dicho, no se de que nos quejamos del trato gabacho hacia la paisanada, si nosotros somos mas gachos con esos pobres indios estupidos e hijos de su chi...no perdón, con esa pobre gente de guatemala y guatepeor!! saludos