domingo, enero 22, 2006

A presumir su Iglesia, compostelenses

No importa que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ni su apéndice
la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) comisionada para preservar y proteger el patrimonio cultural en el mundo incluidas sus formas visibles como libros, obras de arte y monumentos; no hayan todavía clasificado como patrimonio de la humanidad al templo compostelense del Señor de la Misericordia, la sociedad local toda, tiene la obligación de resaltar la importancia y efectuar obras complementarias que permitan la presunción plena de tal reliquia colonial.
Éste patrimonio cultural representa lo que tenemos derecho a heredar de nuestros predecesores y también nuestra obligación de conservarlo a su vez para las generaciones futuras.
Es de sobra conocida la historia de religiosidad aportada durante la conquista española como forma de contrarrestar los excesos cometidos por parte de la soldadesca ambiciosa, osada, atrabancada y cruel.
Los reyes ibéricos vieron la necesidad de enviar emisarios católicos que contrarrestaran los excesos militares, lo cual permitió la edificación de iglesias monumentales y hermosas, entre otras manifestaciones de cultura novohispana.
De las decenas de templos coloniales valiosos en el país, la mayoría trata de conservar su originalidad.
Se procura que el entorno inmediato luzca la menor contaminación visual moderna posible.  
Compostela tiene como máximo patrimonio colonial histórico el templo local, y a este gran monumento del catolicismo no se le ha dado cabalmente su verdadero valor y realce.
Se ha avanzado en ciertos aspectos y retrocedido en otros. Cerrar las calles laterales a la circulación vehicular fue atinado, pero saturar el flanco norte antes totalmente despejado, con puestos comerciales ha demeritado el paisaje de señorío propio del majestuoso templo.
Una amplia explanada periférica del mismo nivel y adoquinada haría resaltar al valioso edificio. Suprimir incluso el cerco o verja que actualmente tiene sería un acierto estético acorde al pleno lucimiento.
El complemento de una iluminación estratégicamente aplicada resaltaría su imponente vista de relieves esculpidos en piedra, emblemas y nichos.
Cambiar también el monumento a Miguel Hidalgo hacia la esquina de Hidalgo y Juárez haría lucir más a la iglesia y al mismo monumento.
Debería intentarse en suma, despejar totalmente los alrededores e incluso legislar para que a futuro no se permitan las construcciones vecinas de particulares, con más altura que la misma iglesia evitando con ello obstruir la apreciación plena.              
En el centro de Los Ángeles, actualmente no se permiten más edificaciones verticales que alteren el paisaje actual con esos sus característicos edificios. Igual pasa en Washington D.C. en los alrededores de la Casa Blanca presidencial están prohibidos los rascacielos. Todo ello con el fin de conservar un sello propio y distintivo.
En Guadalajara se planeó y llevó a cabo una macro plaza desde el teatro Degollado hasta el Hospicio Cabañas. Casi dos kilómetros de área peatonal se ganaron usando técnica urbanística de avanzada con puentes y túneles atinadamente planeados.
La plaza complementaria a la Iglesia de San Marcos en Venecia, tiene más fama que el templo mismo y el mundo admira su generoso espacio de imponente presencia.
Se trata pues, de dignificar y presumir como sello distintivo de la ciudad, esa tan importante reliquia de la época colonial orgullo de propios y extraños.



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