jueves, septiembre 08, 2005

!OYEME DIOS!

  


¡¡ÓYEME DIOS!!

Aquél macilento africano, tres veces sobreviviente de Bangladesh, aunque rencoroso, por fin llegó directamente ante Dios. Ni el ambiente reinante de inmensa paz, lograba tranquilizar al ex desdichado prieto.  El irrespetuoso reclamo surgió impulsado por la inconformidad acumulada en toda su vida terrenal ¡Oyéme Dios! ¡Por qué hiciste tan injusta repartición del mundo!...y sigue el chiste aquél sobre las bondades derramadas en riquezas naturales, estratégicas y climáticas del país en forma de cuerno de la abundancia; y el cruel remate de justificación divina… pero puse en él a los mexicanos. Plenamente tranquilizado, el  -en ese entonces- afortunado negrito, se convirtió en el más pacificado inquilino del paraíso celestial. Se regocijó de solo haber padecido uno que otro tsunami, hambruna e insolación crónicas; al saber que innumerables migrantes, prófugos de la miseria de aquella su cornoabundántica  nación, tenían padecimientos semejantes a los vividos por él, con el remate inconcebible de extorsión, vejaciones, cruel agonía y muerte por calcinamiento algunos o por hipotermia otros, en su afán de ingresar al país washingtoniano buscando la personal mejoría  económica.
El buen Dios se guardó como argumento a futuro, el rosario extra de plagas sociales padecidas por los descendientes de aztecas, por si hubiera que enfrentar la ira de otra alma irreverente. Sabía que desarmaría al más encorajinado huésped, haciéndole saber que sólo en aquél “maravilloso país” se daban los más ilógicos procederes que rayaban en la sicopatología vivencial cotidiana. Su archivo lleno de interrogantes incluian:
¿Cómo lograban los políticos –vía representación proporcional- alcanzar sus triunfos electorales sin ser elegidos mediante el universal voto directo?
¿Cómo banqueros zorrunos en sus negocios privados administrando dineros ajenos cometían mega fraudes que al final deban ser pagados  -vía fobaproánica complicidad gubernamental-  por la inocente y ajena sociedad toda?
¿Por qué el sistema de justicia perseguía, acosaba y lograba que otros países atraparan a los criminales defraudadores exigiendo su entrega, trasladándolos luego mediante carísimo servicio aéreo para que al final luego de pisar tierra nunca pisaran la cárcel?
¿Por qué aprobaba la Cámara de Diputados el voto de los mexicanos en el extranjero propiciando un derroche de recursos monetario a futuro en un país que no logra ni siquiera controlar imparcialmente los votos domésticos?
¿Por qué la esperanza de cambio político en la Presidencia de la República se disolvió en la nada por mala influencia conyugal, sahagún la opinión generalizada?
El archivo Kafkians Mexican Records del celestial recinto tuvo que ser ampliado merced a los recientes casos del insaciable viejerío político sublevado de Los Pinos, Nayarit y Tlaxcala y sus burdas aspiraciones a heredar el gubernamental puesto ejecutivo de sus mandilones maridos.

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