martes, septiembre 06, 2005

LA TREVI: VIEJA, COCHINA Y ODIOSA


LA TREVI: VIEJA, COCHINA Y ODIOSA
Luego de larga temporada de residir en Brasil, el anhelado viaje por Europa se tornó realidad. Situarse en el viejo continente, pasear por calles y sitios monumentales apreciando con calma plena todo museo; cada fachada y monumento antiguo, regocijaba el alma. Roma, la histórica Roma supo de los tan deseados turísticos pasos.
Admirar las ruinas del Coliseo construido en el año 72 por el emperador Vespasiano y meditar sobre los años transcurridos, que no logran acallar los gozos de los privilegiados espectadores, y los rencores y miedos de los sufridos protagonistas en la arena del circo, provocó un leve estremecimiento con sudoración fría incluida.
El Vaticano, pequeño estado dentro de esta ciudad, permitió el gozo espiritual de los admirables frescos de Miguel Ángel y Botticelli en la capilla Sixtina del palacio papal.
Reflejada en la calle, la reunión Mundial de Comercio puso la nota discordante en la bitácora de viaje. Los globalifóbicos irrespetuosos  colmaron de basura el histórico conjunto diseñado por Nicola Salvi en 1762. Ni la imponente figura central de Neptuno flanqueada por dos tritones; uno de ellos tratando de domar un caballo de mar y la otra conduciendo dócilmente a otro animal marino  –representando así los contrastantes estados de ánimo del mar-  lograron infundir respeto a los revoltosos. En minutos hicieron ver a la gigantesca obra de arte acuática, terriblemente ruinosa, antiquísima, vieja, mucho más vieja que su edad real. Las pintas contra la globalización, las colillas de cigarros, cáscaras de naranjas, cacahuates y plátanos; toallas y papeles desechables usados y demás basura de todo tipo incluido un irreverente condón usado, le impusieron un inmerecido aspecto de vejestorio deprimente.
Pretender plasmar fotográficamente tan irregular estado de cosas con la inclusión personal presuntiva, propició la pose respectiva con tan mala suerte, que caer dentro del agua puerca  -siendo el hazme reír filmado en desventura, por medios televisivos profesionales y uno que otro video aficionado-  provocó mi invariable rencor de por vida a esa vieja, cochina y odiosa fuente de Trevi.

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