martes, febrero 21, 2006

Tú hueles a tragedia, tierra mía…


Y sin embargo, ríes demasiado, acaso porque sabes que la risa, es la envoltura de un dolor callado. Concepto del yucateco Ricardo López Méndez que más que poeta del siglo pasado, semejara ser profeta certero de la realidad nacional.  
Antes se suspiraba  por el México de mis recuerdos, hoy día, se llora sistemáticamente por el México de mis tragedias ¿Cómo permanecer indiferente ante tantas desgracias públicas, condicionadas, notorias y de impunidad desquiciante?
Pareciera que la colectiva aberración cotidiana del acontecer nacional eclipsara cada día a la inmediata anterior. Y que resultara siempre  -como invariable agregado cruel-  que los más afectados fuesen los protagonistas depauperados y nunca los también involucrados todopoderosos.
La explosión en la mina coahuilense de carbón Pasta de Conchos, con la inminente muerte de 65 mineros es la nota trágica actual.
La voracidad sin límite de los concesionarios  mineros o dueños, impuso la carencia de medidas de seguridad adecuadas, anteponiendo su afán por ahorrar en costos a la seguridad de los trabajadores.
La vida humana depreciada y cruelmente crucificada en los maderos del lucro y la avaricia
En Canadá 72 mineros escaparon de morir el mes de enero pasado en condiciones de explosión y derrumbes semejantes, al refugiarse en cubículos de seguridad, equipados con agua, oxigeno y alimentos dentro de los profundos túneles subterráneos mientras se lograba el rescate.
Desgracias evitables derivan en acontecimientos criminales de nulo castigo  que se van agregando como eslabones vergonzantes a una cadena siniestra que acabará por envolver y paralizar a la sociedad mexicana toda.
La actual corrupción generalizada e imparable, propiciada por una impunidad aterradora ha carcomido la base antes más firme de la nación.
La de antes mano dura, Secretaría de Gobernación, que censuraba el pregón inmoral en los medios de difusión, ha decidido dejar la rienda suelta. Y el titular, que debería frenar los excesos de un clero católico obsesionado en ejercer poder político, ha terminado convertido casi en su vocero oficial.
El Ejército nacional antes empleando hasta sus más radicales acciones contra la insubordinación civil, no es capaz hoy día, de reprimir y castigar a sus desertores transformados en asesinos.
Eso que antes se llamaba traición a la Patria y merecía la pena de muerte hoy abolida.
La clase política en todas sus diversidades, no ejerce el poder para beneficio colectivo. Lo usa y abusa para satisfacer sus mezquinos y personales intereses.
Establece sus sueldos insultantes por su magnitud desproporcionada a sus desempeños.
Su ceguera todopoderosa en un país hastiado, permite que un alcalde tijuanense estrene un automóvil de 300 000 dólares pasando por alto importaciones, tenencias y demás impuestos relativos, amparado en su todopoderoso apellido Hank Rhon.
Como remate siniestro aparece el nuevo cáncer social o agregado moderno de  violencia con secuestros mutilantes de cuerpo y alma, y las descaradas ejecuciones a la luz del día por causas de narcotráfico, con su ribete siniestro de distribución propiciante al consumo popularizado de drogas.
Otro poeta despide esta columna. En 1915 el nada dejado paisano nayarita Amado Nervo, certeramente se explayó en la vena futurista de pesimismo socio-político con su:
Nací de una raza triste/ de un país sin unidad/ ni ideal, ni patriotismo;/ mi optimismo es tan solo voluntad;/ Obstinación en querer/ con todos mis anhelares,/ un México que ha de ser,/ a pesar de los pesares,/ y que yo ya no he de ver...


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bien Polo, tienen de que presumir el pueblo tijuanense, lo bueno que esa semilla de los Hank Rhon, germinó por todo el PAIS, y les hizo el honor a los Tijuanenses de cepa, de contar orgullosamente con uno de ellos........yo soy RON sin "H" intermedia, NADA QUE VER!!!..O SERÁ ENVIDIA DE MI PARTE???

Polo Rivera dijo...

Segurísimo que sin "H".
La "H" es muda y tú hablas con honestidad, verdad e inconformidad (y humor negro por lo de la envidia).
Saludos amigo Ron.