En el teatro Alí Chumacero antes del Pueblo se llevó a cabo el pasado sábado 10 de diciembre la elección de la Señorita Tepic. El costo de entrada fue de 500, 300 y 150 pesos según la ubicación. Los familiares y amigos de las 12 participantes ocuparon la mitad del recinto y la elección con ciertos visos de selección previamente acordada dejó insatisfechos a la mayoría. A la convocatoria previa de las interesadas en concursar se le apreciaba un ligero tinte elitista también. Los medios masivos de comunicación no destacaron previamente la trascendencia del evento, ni dieron la difusión del resultado con la notoriedad que merecía. La ganadora encajó más bien en el prototipo globalifilico anglosajón de gélida sonrisa incluída y que bien pudiera ser orgullo representativo de Eagle Pass, Texas o Evansville, Wyoming.
En la explanada de la Universidad Autónoma de Nayarit -casi a la misma hora del acto selectivo antes mencionado- en evento gratuito y por ello masivo, se presentó el famoso y bien cotizado pianista argentino Raúl Di Blasio. El gobernador y el rector de la casa de estudios estuvieron presentes en el evento popular de gran revuelo y mención publicitaria mediática posterior.
Ambos eventos, coincidieron desafortunadamente en horario y en tendencia.
Lo que pudo ser un acto participativo, gratuito, masivo y de elección con votación cien por ciento popular, cual corresponde a la representante de la belleza, gracia y cultura tepicense no pasó de ser un ritual casi íntimo con el presidente municipal como personaje público destacado solamente.
El recital pianístico es el que debió presentarse en un recinto acorde al intérprete y su cotizada magia musical. El costo aún elevado, sería pagado directamente por los espectadores iniciados en el arte instrumental, deseosos de disfrutar una velada plena.
El retruecano se dio y la frase al pueblo pan y circo quedó en: al pueblo pan y Di Blasio.
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