jueves, febrero 28, 2008

Civismo, Civismo ¿on´ tabas burro?

Y ahora que regresarán los libros de Civismo al sistema de educación pública nacional ¿habrá quién demande por daños y perjuicios a Carlos Salinas por haberlos suprimido?
Ya al andar en actitud obsesa para firmar el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, ordenó a su entonces secretario de Educación Pública Ernesto Zedillo, suprimir de los “Gratuitos” el episodio de la defensa de Chapultepec contra los gringos. La edición de los textos de tercer grado para Primaria de 1993 lo comprueba fehacientemente.
En un afán xenofílico que no molestara a los “dioses blancos” de los dólares verdes; los nombres de los Niños Héroes salieron sobrando. Se les quemaban las habas a los tecnócratas harvardianos por entrarle a la globalización hoy tan criticada.
La influencia benéfica de una cultura cívica arraigada que nunca debió ausentarse, hubiera evitado cuando menos la proliferación de maledicencia cotidiana entre la muchachada de hoy. La generación “güey” de bigbrothera factura se hubiera evitado.
Las normas y reglamentos sobre publicaciones o ediciones radiales y televisivas no se hubieran estirado al grado de ingobernabilidad que prevalece hoy día. La fauna de “comunicadores” con programitas de información sobre espectáculos y sus protagonistas se hubieran dedicado a jotear en privado.
Al suprimir este tipo de escaparates, no se hubiera llegado al grado de permitir y fomentar las bodas homosexuales. Un pacto de convivencia permanente entre individuos, legal y formalmente notariado, hubiera bastado, evitándose de paso, el llegar a tal afrenta social indigna de una población civil mentalmente sana.
De haber continuado la cultura cívica básica fomentando los valores éticos; en congruencia, los medios de comunicación de todo tipo no hubieran hecho a un lado la prudencia con que antes se conducían. El respeto al público receptivo se hubiera mantenido por inercia natural, no por temor a la antigua secretaría de Gobernación de tan inquisidor celo. La libertad de expresión, incluso se hubiera fortalecido, sin degenerar al grado de libertinaje actual. Un “Vámonos respetando” que por el aire flotaba, ya hubiera sustituido incluso a la usual “Sufragio efectivo, no reelección” que remataba todo documento oficial.
Pero bueno, retomar la senda correcta, tal vez logre salvar a la niñez inerme, de enviciarse jugando a las maquinitas tragamonedas que hay en cuanta tiendita, tendajón o changarro que se les atraviesa a cada paso. El reforzamiento a toda instrucción básica de sana convivencia social obligaría a suprimir todo juego de azar al alcance -hoy, hoy, hoy- de tan diminutas manos.
El alertamiento contra conductas erróneas, imbuido por los mentores respectivos a los tiernos receptores con tan salvador libro como enlace, truncará toda acción aberrante de raíz. De no haberse decidido reimponer el libro de Texto gratuito de Civismo, la equívoca sociedad actual, hasta hubiera terminado por proponer a un Marcial Maciel para santo católico y a un Kamel Nacif o a un Mario Marín -ya difuntos- como beatos de ejemplo a seguir.

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