martes, febrero 19, 2008

De aquél "Día del soldado", hoy "Del Ejército"...

Y ahí estaba uno a las cinco de la mañana en pleno campamento callejero con tremendas carrilleras de cartón cruzadas a pecho y espalda. Cerca las “soldaderas” con sus vestidos ampones y grandes trenzas, fingiendo moler en metate para la hechura de tortillas. Todo como parte de una parodia de revolucionarios acampando.
Supervisando todo y dirigiendo al grupo estudiantil bajo su férula, la animosa maestra Andrea completaba su desempeño, llevando la voz frente al grupo coral que cantaba entre otras, las obligadas “Mañanitas” y la adecuada “Cantar del Regimiento” de Agustín Lara coincidente con la participación de México en la Segunda Guerra mundial vía Escuadrón 201 de heroicas intervenciones aéreas.
Era inevitable el erizamiento de piel al cantar a todo pulmón: Una musa trágica hizo/ de una lágrima un cantar/ el cantar del regimiento/ de los hombres que se van. Cantar del regimiento/ que envuelto en mi bandera esta/ con ella vas al viento/ hablándole de libertad. Cantar del regimiento/ mil vidas que se apartarán/ que me cuide la Virgen Morena/ que me cuide y me deje pelear/ ya se va mi regimiento/ va cantando, sabe Dios si volverá…
Sí, en esos años secundarianos de los sesentas, cada 19 de febrero, la esquina de Leandro Valle y Zaragoza en Compostela; lugar donde estaba el cuartel militar regional, se vestía de fiesta en la madrugada para homenajear a los soldados en su día. En aquellos tiempos no tenía vigencia el 14 de febrero día del Amor y de la Amistad, las fechas festivas de febrero eran el 5, Día de la Constitución, el 19 “Día del Soldado” y el 24 dedicado a la Bandera nacional.
Al correr de los años, el día 14 desplazó al 19 como efeméride más importante de mediados de mes, y el actual día del Ejército -antes del Soldado- pasó casi al olvido. El cambio de ubicación del cuartel a las afueras de la ciudad, cortó de plano con toda celebración cívica de escolar factura y de paso con los puntos extra para la calificación en “Civismo”.
Signo de los convulsionados tiempos actuales seguramente, pues hoy, cuando más se ve la participación activa del sector militar en el combate contra los criminales bien organizados para alterar la paz pública, es cuando menos se les homenajea y hasta se cuestiona su participación en actividades policiacas.
En efecto, los severos observadores de la Constitución, alegan anticonstitucionalidad de los militares en su actuar contra los criminales, sin darse cuenta de que sólo las fuerzas castrenses son capaces de frenar a tan poderosos enemigos de la convivencia social pacífica.
La fuerza organizativa de los militares, su lealtad, su equipamiento, su logística y su reclusión en campos militares sin acceso a civiles, los hacen ideales para combatir con éxito a los todopoderosos maleantes refugiados en su anonimato y hechos fuertes por su capacidad para comprar autoridades policiacas.
Aún con el riesgo de que surja algún seudo general “Gutiérrez Rebollo” -que por traición a la Patria ya debería haber sido llevado al paredón de fusilamiento- la opción militar es a la fecha, la más efectiva y lo que debiera hacerse, es preparar abogados de carrera dentro de las escuelas o recintos militarizados.
Si dentro de sus planes universitarias egresan médicos, dentistas y enfermeros militares ¿Por qué no preparar profesionales que normen las acciones, intervenciones y resoluciones del sector militar frente a los criminales hoy por ellos perseguidos? La abogacía engendrada en recintos militares y personificada en agentes del Ministerio Público, Fiscales y Jueces con desempeño civil, les permitirá aplicar rigurosamente la ley sin temor alguno a atentados por su condición de acuartelados inalcanzables.
¿Cómo es posible que un muy encumbrado funcionario civil a cargo del combate contra los anónimos asesinos, pueda vivir en paz luego de concluir su desempeño y reintegrarse a la sociedad civil? Los ejemplos de ex procuradores federales con escoltas gravosas y miedos de por vida, parecen reforzar la teoría de que en su momento limitaron su actuar a fondo contra el crimen organizado por temor a represalias futuras.
A grandes males, grandes remedios y si los maleantes se escudan en el anonimato y en su poder para corromper agentes policiacos, la sociedad debe cobijarse al amparo de la institución militar de cuartelario sistema y por ende, efectivo y radical desempeño. De verdad, es justo, homenajear plenamente a los militares convencidos en servir leal y patrióticamente a su patria.

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