TANKSGIVING DAY O EL FESTEJO DE LOS MIGRANTES ILEGALES...

Atrás quedó el recuerdo del éxodo forzado por las condiciones desventajosas en su país de origen.
El “no podríamos estar peor en este país adoptivo que en el de nuestras raíces afectivas” fue acicate cotidiano para reforzar su idea de permanencia definitiva con derechos apropiados o forjados a su leal saber y entender.
La codiciada tierra de promisión americana, ya la sentían propia. Instalarse y sentirse propietarios fue una sola actitud mental largamente acariciada y llevada a cabo en la práctica.
La ilusión de mejoría en todos sus aspectos desplazó al sentimiento de abatimiento con el que salieron de su nación.  
La osadía de irrumpir en propiedad ajena sin más legalidad que su arrojo y su decisión de instalarse libre y permanentemente en territorio adverso, les permitió incluso celebrar animosamente y agradecer al Creador al haber superado sus carencias y angustias al inicio de su arrojada aventura.
Aún sabiendo que eran extranjeros arribistas a un territorio que no les pertenecía instauraron el festejo de agradecimiento sentido por los logros alcanzados mediante su esfuerzo desempeñado a largo plazo.
La suerte de encontrar aliados compadecidos les permitió sobrevivir al entorno de adversidades.
La barrera idiomática se fue superando lenta y pacientemente. Los aliados se adaptaron al nuevo idioma con voluntad generosa.
La angustia de saberse endebles ante un mundo extraño fue sustituida por la euforia festiva.
Aquellos ingleses perseguidos por sus creencias religiosas en su natal Inglaterra y que arribaron en 1620  a Plymouth, Massachussets, fueron ayudados por nativos indios a sobrevivir el duro invierno, y celebraron ya en 1621 por las ubérrimas cosechas de maíz que los mismos indios les proporcionaron y enseñaron a cultivar.
Hasta aquí la romántica narración del origen de su Día de Gracias.
Lo actual es otra historia…
De agandalle y expansionismo brutal que hicieron los “dioses blancos” de aquellos tiempos y que en la globalizada actualidad sus descendientes padecen de fobia enfermiza  hacia los inmigrantes ilegales de la propia América.