Fiesta jurada al Señor de la Misericordia
La Nueva Galicia de México con su capital fue establecida por Nuño de Guzmán en el Valle de Coatlán el 17 de enero de 1532, naciendo así Compostela en el hoy estado de Nayarit.
El rey Carlos Primero con deferencia especial por tratarse de un deseo materno, ordenó el 13 de febrero de 1548 que en tal lugar, se asentara una Audiencia compuesta por cuatro Oidores que gobernara en lo sucesivo a “La Nueva Galicia”. El Virrey Antonio de Mendoza, nombró como Alcalde Mayor de Compostela a Pedro Tovar Boca de Hérgamo, y designó también que el Santo Patrono fuera Santiago Apóstol, el similar de España.
El templo local, se construyó en 1539 con hermosa fachada de piedra volcánica o tezontle. El rey español de acentuada fe religiosa, donó el Cristo en su Cruz o “Señor de la Misericordia” y otras obras de arte sacro que aún se veneran con devoción a casi quinientos años.
El Virrey Mendoza visitó la región en 1540 y Cristóbal de Oñate ocupó el gobierno de la Nueva Galicia a la salida regional de Nuño de Guzmán. La ciudad prosperó económicamente gracias a la explotación de yacimientos auríferos en la cercana sierra del Espíritu Santo. Las legendarias “Minas de la Condesa” permitían a su dueña, la Condesa de Miravalles que vivía en la hacienda del mismo nombre, el lujo irreverente de servir en vasija de oro, la comida a su mascota; un cerdo.
La Nueva Galicia, por expedición de la bula papal “Super Speculan Militantis Ecclesiae” del viernes 13 de julio de 1548 de S.S. Paulo III, erigiose en Obispado, que recibió el nombre de “Compostelano” con su catedral dedicada al apóstol Santiago. Sin embargo, una campaña originada en Guadalajara contra la designación, el fallecimiento de Juana la reina Madre que fue la que decidió la ubicación, y la intervención del obispo Fray Pedro de Ayala ante Felipe II, lograron el cambio de sede, y por Cédula Real del 10 de mayo en 1560, Guadalajara se convirtió en la capital de la Nueva Galicia. Sin embargo, la fe religiosa de los habitantes se ha conservado e incrementado, merced a un milagro colectivo y a la promesa de agradecer anualmente por siempre, según se narra:
“Angustiado, el piadosísimo párroco de esta Ciudad; don Calixto Aldrete, al ver diezmada la grey Cristiana por la peste mortífera del cólera mórbus que azotaba toda la región, postrado de hinojos ante el Señor e iluminado por la gracia del Espíritu Santo, pensó en convocar a todos los habitantes de la feligresía para celebrar un acto de culto solemne de desagravio a Dios y pedir con el corazón que los librara de este azote.
El señor Cura Aldrete, convocó para el primer viernes de diciembre de 1850, a todos los feligreses de la jurisdicción parroquial, y vinieron presurosos de todos los pueblos.
El pueblo de Dios encabezado por su guía espiritual como pastor de sus ovejas, baja de su trono la imagen del Señor; la cual fue llevada procesionalmente en homenaje público a la plaza principal. En medio de una muchedumbre, en absoluto silencio, ante el cuadro tristísimo de enfermos graves que habían sido llevados en camillas, públicamente, el Cura pidió perdón al Señor de la Misericordia y solicitó la gracia de verse librados del cólera mórbus.
Dios, por el corazón de Cristo, concedió a su pueblo amado, éste tan señalado milagro, quedando completamente curados todos los enfermos. Inmediatamente, el virtuoso Párroco y el pueblo de Dios, como generosa respuesta, emitieron el juramento de celebrar el primer viernes de diciembre de cada año, Una Fiesta Solemne, como homenaje publico de gratitud y renovar el Juramento de Vasallaje”.
Desde entonces, año tras año, heredado el ritual de padres a hijos, de manera ininterrumpida, los habitantes de Compostela y sus jurisdicciones celebran esta fiesta religiosa que en 2005 cumple 155 años.
Con datos del historiador compostelense Salvador Gutiérrez Contreras y otros.
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