Primer acto: Aparece Andrés Manuel López Obrador de candidato presidencial con verdaderas probabilidades de ganar la elección 2006. Su arrastre popular es innegable y su confianza en lograr el triunfo también. Sus ataques hacia el presidente Fox que habla y habla machaconamente a favor de Felipe Calderón el candidato panista afín al mandatario, se hacen cada vez más radicales y ofensivos. Un mal día para AMLO se le ocurre expresar a voz en cuello o a grito abierto lo que fue su mayor agravio verbal hacia el Presidente.
Su: “Ca-lla-te, cha-cha-la-ca” se fijó en la mente de los presuntos votantes como una falta de respeto absoluta para todos, ya que afectó más a la representación que ostentaba el buen Chente, que al personaje en sí. Zarandear oralmente a quien ocupaba en su momento el máximo puesto político, y que se supone es la imagen pública del país a presumir ante el mundo provocó decepción generalizada. De haberlo definido en forma claramente particular, hasta las silvestres chachalacas se hubieran sentido ofendidas al captarlo las avecillas como un: “ca-lla-te, Chen-te-la-ca”…
Segundo acto: En las históricas elecciones los antes partidarios del apodado “Peje” emiten su voto en contra de él y a favor del candidato en segundo lugar según las encuestas especializadas. El casi empate entre López Obrador y Calderón flota en el ambiente post electoral por más de dos meses. Desesperado el “Peje” exige públicamente que se haga un recuento total de los votos, más por tensar el ambiente y hacerse más fuerte en esa grotesca forma, que por tener la certeza plena del triunfo.
Su rebeldía y su exigencia de reconteo la concretiza bloqueando vialidades importantes de la capital de la república. Sus bloqueos ponen de cabeza también al Zocalo e interfieren los fanatizados pejistas, algunas ceremonias religiosas en la catedral Metropolitana. Manifiesta su descontento también hacia los medios de difusión por considerar que no le prestan la atención que debieran a sus pregones y actos de inconformidad.
Tercer acto: Sus seguidores partidistas recién electos como diputados federales acuerdan tomar la tribuna en el recinto legislativo San Lázaro el día y hora en que el Presidente –por tradición- debiera leer su solemne informe anual. Al decidir no ingresar ni dar lectura al documento, sino entregarlo por escrito como marca la ley y después de eso retirarse, hace ver ante los ojos de la nación a un mandatario con sentido común y a los rijosos como caprichudos viscerales.
Luego del “pancho” y para recuperar credibilidad entre sus cada vez menos seguidores, el “Peje” alardea con protagonizar un “Grito de la Independencia” alterno al oficial a un lado del Zocalo y celebrar al día siguiente un “Congreso Nacional” muy suyo, para definir acciones que entorpezcan la ceremonia del cambio de poder presidencial el respectivo primero de diciembre. La nación toda, que sólo aspira ya a una paz provechosa, y aborrece cada vez más las acciones violentas a que incita en su desesperación López Obrador, sólo desea que de inmediato, ése López se ausente de la vida pública.
La decisión irrevocable del Tribunal federal a favor de Felipe Calderón enardece aún más al medio tocayo de los presidenciales desechos históricos López de Santa Anna y López Portillo. La mala fama del primer apellido y su asociación a hechos nefastos y perjudiciales para el país entero lo ubican a ojos de todos como un indeseable más.
¿Cómo se llama la obra?
“AHORA; YA ES OTRO LÓPEZ SOBRADOR”
Convicciones: Políticos vs. Ciudadanos
Hace 1 año.
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