domingo, septiembre 03, 2006

¿Cuanto costaría organizar unas elecciones de emergencia?

Costaren lo que costaren sería una cantidad irrisoria o mínima comparada con lo que están y van a seguir costando las inconformidades post electorales. Durante los días de plantones, los perredistas han gastado el equivalente de 6 millones de dólares y los comercios aledaños a los sitios tomados han sufrido pérdidas por 500 millones cotizados en la misma moneda.
Los panifoxistas por su parte carretadas y carretadas de billetes de alta denominación con cargo al erario público han destinado para difundir televisivamente el predominio de su candidato en el conteo del TRIFE.
Tan fácil sería la solución como pragmáticamente declarar nulas las empatadas elecciones presidenciales y organizar otras de necesaria emergencia. Emergencia, tomada en este caso como necesidad vital para el país de e-m-e-r-g-e-r nuevamente al transitar social sin enfrentamientos ni sobresaltos.
Llevarlas a cabo en un acorde –por aquello de un ahí muere o borrón y cuenta nueva- día de los Muertos o 2 de noviembre, sería extremadamente simple. Se convocaría de nuevo a la planta de sacrificados ciudadanos que las organizaron en julio y que gustosos colaborarían de nuevo al saber que se harían en forma más sencilla y con unas condiciones climáticas de frescor seco otoñal más propicias para la jornada del día.
Con una sola urna receptora de los votos y con una sola papeleta electoral donde aparezcan nomás una fotografía de Calderón y otra de López Obrador (calmados perredistas rijosos, es por orden alfabético la C antes que la L) a marcar con la equis de la crayola, aquello se volvería una romería de votantes deseosos por determinar clara, pronta y definitivamente quien merecería ser a partir del 1 de diciembre el siguiente presidente de la República .
Ya no habría membrete de partido político alguno en la boleta de elección, ni se distraería al electorado con odiosos candidatos reciclados a diputados, senadores o gobernadores
Una sola urna y un solo voto emitido hasta bajo la influencia de un coraje rencorosamente decisivo que no deje duda alguna, será como un “volado” electoral arriesgando el todo por el todo pero con la certeza plena de que la elección no la “harán” un grupito de bien pagados ministros.
Una carta promesa notariada de los dos competidores, que determine la seguridad a futuro de librarse radicalmente o no mantener ligas o compromisos de ningún tipo con personajes siniestros y poderosos como Salinas, Fernández de Cevallos, Elba Esther y Martita por un lado y por el otro con Camacho Solís, Muñoz Ledo, Federico Arreola y Fidel Castro. Eso inclinaría definitivamente la balanza a favor de uno u otro y terminaría de tajo con dimes y diretes, con poses y posturas de anticipada toma de posesión del cargo que solo provocan irritación social y socavan cívica, democrática y económicamente a la nación toda.
Basta de incertidumbre, ya no convence ni el conteo riguroso de voto por voto, casilla por casilla (hasta parece canción de Tony Aguilar con su: copa tras copa, botella por botella…) se impone otra encabronadamente certera elección…

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