jueves, septiembre 14, 2006

Cosecha perdida en 3 actos 3…

Primer acto: Aparece Vicente Fox en la etapa última de su sexenio ya “con un pie en el estribo” pa´ subirse al jamelgo de la historia política que lo llevará a su rancho San Cristóbal. Sin embargo, en los estertores finales imita por desgracia a López Portillo y a Salinas que en los últimos meses de su sexenio los dedicaron a viajar ostentosamente de un punto a otro por toda la república en carísimas giritas de despedida.
Sintiendo que se le acaba el escaparate magno para seguirse muestreando como presidente al que todo mundo alaba y halaga, inaugura hasta obras sin terminar y preside cualquier reunión de profesionistas, ejecutivos, banqueros y sindicalistas que reúna desde tres personas o más.
Segundo acto: Sin captar la inconformidad generalizada que campea por todo el país, atosiga a la nación con mensajes, declaraciones y hasta discursos con datos plagados de errores que lo hacen ver mal y propician la burlesca crítica y falta de respeto hacia la investidura presidencial personificada en él. Su derroche de dineros públicos llega al clímax al rentar el Estado Mayor Presidencial por meses previos al Grito de Independencia, todos los cuartos de un caro hotel frente a Palacio Nacional en previsión de algún atentado que pudiera darse contra él desde esos lugares al momento de estar en el balcón presenciando los nocturnos juegos pirotécnicos.
Tercer acto: En estira y afloja post electoral entre Presidencia y el candidato perredista presidencial perdedor propicia un clima de violencia y desconfianza que llega a su punto máximo el día que se vio bloqueado por legisladores perredistas en el Congreso que con su postura retadora y rebelde le impidieron leer su Informe solemne.
Después, el reto del ex candidato perredista apodado “El Peje”, consistente en dar un “Grito” alterno en hora y lugar similares al actuado cada año por el Presidente, fuerza a éste, a llevarlo a cabo en la cuna de la Independencia o ciudad Dolores Hidalgo, Guanajuato. La prudencia presidencial de cambiar de sitio buscando no fomentar la exacerbación de los seguidores del político antagonista crecido, es tomada por la opinión pública nacional como desafortunada muestra de una decepcionante debilidad indigna del titular del poder Ejecutivo.
Al salir presurosos desde Los Pinos, hacia el estado que también viera nacer a José Alfredo Jiménez, por indicaciones de su previsora esposa, un ayudante corta abundantes hojas de té de tila y flor de pasiflora del sembradío bien surtido adyacente a las cabañas presidenciales. Rápidamente las mete en una bolsa de plástico y se la da a su jefe (que también es el jefe supremo de todas las fuerzas armadas de la nación y no nomás del tipo ese) que aborda a la carrera el helicóptero a punto de partir. Por una desafortunada desgarradura plástica, se escapan y van cayendo al piso las hierbas de té muy buenas en su efecto calmante. Impotente para solucionar el tiradero, el guarura dejado en tierra por falta de cupo, nomás se limita como señal decepcionante, a mover de un lado a otro (una vez más de las innumerables en el día) la cabeza. Esa fue la imagen última (ver como don Vicente iba largando el preciado té) grabada en su cerebro antes de reportarse con su inmediato superior, checar su salida e irse a su casa.
¿Cómo se llama la obra?
“YA LARGA TÉ FOX”

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