Primer acto: Aparece en el rincón de una cantina el Grito de Independencia mexicano. Pretende ponerse un borracherón a base de wiskey JB por aquello de la Joda Bobalicona que le pusieron con su estira y afloja protagónico dos de los tres presidentes que actualmente tiene el país. Trae su sombrero soyate made in Taiwán, su banderita mexicana hecha en China, playera y shorts de Pakistan y tenis Nike de los Yunaites manufacturados por niños laboralmente explotados de Singapur.
Segundo acto: Adal Ramones en su programa televisado, impone su expresión “Ingue” como sinónimo de caótico, desesperante, condenable, rijoso y desastroso. Un grupo de perredistas de nuevo cuño se infiltran en el estudio donde transmite en vivo su “Otro Rollo” y con sus acciones de escándalo a favor de la causa política del Peje, lo fuerzan a cerrar la difusión. Ante el desesperante caos, condenable por lo rijosamente desastroso, responde con idéntica actitud. Expresa su: ¡Ingue! y se retira.
Tercer acto: Entra en acción un encorajinado diccionario oficial de la Academia Española de la Lengua que reprocha al regiomontano su expresión ¡Ingue! aclarándole que lo caótico, desesperante, condenable, rijoso, desastroso y de pilón desmadroso, se engloban todas y se clasifican como pendencia.
Pasa largas horas dándole una cátedra de buen hablar al Adal. Finalmente le deja de tarea escribir a renglón seguido diez planas con un: “Pendenciero: sujeto partidario de la pendencia, riña, contienda, pelea o disputa”. Ya finalizando la quinta plana, el Adal decide acudir al veredicto de un juez del Trife o Tribunal Resolutivo Incoherencias Fácilmente Expresadas, para que se defina si su espontáneo “ingue” es equivalente a pendencia y por consecuencia de: caótico, desesperante, condenable, rijoso y desastroso.
Mientras se define el asunto, él sigue de lengua suelta en su programa, diciendo “ingue” como ilustración de algo que anda irremediablemente patas pa´rriba o de cabeza.
Al diccionario, no importándole su seriedad y prestigio, va y a gritos injuriosos presiona a los jueces para inclinar el veredicto a su favor. Entra pateando sillas a la sala donde deliberan los bien pagados magistrados, los reta a que justifiquen sus lucrativos y onerosos sueldos y les tumba el birrete a dos de ellos. Personifica pues lo que él define como pendencia. Los jueces, amedrentados le dan el gane de inmediato.
El Adal continúa usando su expresión característica, argumentando que todo México emplea como grito espontáneo de inconformidad, hartazgo y enfado su ya famoso “ingue”.
¿Cómo se llama la obra?
“GRITO DE INGUE… PENDENCIA”
Convicciones: Políticos vs. Ciudadanos
Hace 1 año.
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