jueves, noviembre 09, 2006

¡Ay Dios! ora puros meas...

Y pensar que todavía se atrasó el reloj una hora recientemente, cuando lo idóneo era haber adelantado el calendario un mes… y yo que llegué a promover públicamente la conveniencia de elegirlo Presidente. Mea culpa, mea culpa, mea culpa…
Y ahora como voy a sacudirme ese complejo de culpabilidad. Remordimiento casi tan magno como el de Díaz Ordaz por haber designado como su sucesor a Luis Echeverría. Si, créanme, fue en un semanario de Los Ángeles para el cual colaboraba. Desde medio año antes de las elecciones de 2000, destiné un pequeño espacio con la leyenda: “Permanente, hasta que Fox sea Presidente”. La desesperación por lograr un cambio político más justo y equitativo; con el agregado –presumido a grandes voces por el candidato- de un reivindicador ajuste de cuentas a los políticos ladrones y corruptos merecía eso y más.
Ahora, formo parte nuevamente del incontable número de decepcionados ilusos de fin de sexenio y vaya que llevo varios, pero ninguno tan abrumador como este de patente panista a punto de finalizar. El único cambio establecido a nivel presidencial, fue la sesión plena del poder ejecutivo a la contraparte conyugal. La ginecocracia omnímoda dictaminó todo el erróneo desempeño público y político de Vicente Fox.
Abonaré a mi favor, que a tres años de su sexenio, ya manifestaba mi inconformidad:
“Vicente Fox tolera plenamente al crimen organizado”.
“El coqueteo para favorecer las acciones de la mafia más extensa, insaciable y conocida de México, ha surtido efecto en el Presidente. El odioso desempeño diario del poderoso gang tiene patológica cobertura noticiosa diaria. Exaltados los medios, hacen eco y se regodean ensalzando sus acciones.
El pleito en la cúpula de mafiosos, su increíble difusión por los “noticiarios” y las nulas acciones presidenciales que eclipsen noticieramente los desaguisados pandilleriles, causan decepción, impotencia, rabia, y rencores desgastantes en los que seguimos esperando el ansiado cambio profiláctico del ejecutivo. Pareciera que la increíble red de complicidades inhibe el actuar presidencial, pues el maligno e inmenso clan hace y deshace impunemente a lo largo y ancho de la patria.
La ubicación de los poderosos “padrinos” está a la mano, la comprobación de sus grandes crímenes es factible y el ejemplar castigo es deseo intenso de la población honesta predominante en la nación. Los inútiles asesores políticos que rodean a Fox no han sido capaces de advertirle, que la opinión pública puede confundir su indecisión con deshonesta complicidad.
Tampoco lo han convencido de la necesidad de un golpe espectacular para recuperar la confianza y estimular el esfuerzo colectivo en torno a la recuperación nacional. Las grandes botas son ideales para aplastar todo tipo de alimañas, entonces, ¿Por qué el retraso justiciero contra los traidores a la patria? Todos aplaudiríamos entusiastas y nos levantaríamos como un solo hombre respaldando al primer mandatario en la reconstrucción nacional y en la recuperación de nuestros valores cívicos.
El juicio y castigo ejemplar debe darse de inmediato contra los peces gordos priístas”.
Fallo total sin duda, con el agregado por demás denigrante. Las derrapadas públicas manifestadas no las merece el país, ni los que en él habitamos. Si el sistema político considera comandante supremo de las fuerzas armadas al presidente de la república, no es posible que tan encumbrado integrante del ejército nacional ocupe sus últimos días en el poder, haciendo papeles de bufón –y cínico por añadidura- ante los medios de difusión nacionales e internacionales.
¿Superará su negro historial de burlescas informalidades impropias del supremo cargo público durante las dos semanas que restan de su nefasto periodo?
Para mi inestabilidad emocional, tardaré mucho tiempo más en sacudir mi atosigante mea culpa, mea culpa, mea culpa…

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