domingo, junio 18, 2006

Fangos de aquellos lodos…

Después de la matanza estudiantil del 10 de junio de 1971 en el Distrito Federal en el sexenio de Luis Echeverría Álvarez, los militares y políticos cómplices del Presidente, fueron premiados con candidaturas-designaciones para diversos estados de la república por parte del PRI que era decir lo mismo que del gobierno.
Julián Gazcón Mercado gobernador de Nayarit en tiempos del diazordacismo, promovió, gestionó e inició la Universidad Autónoma de Nayarit, su régimen se considera positivo y su papel de ex gobernador la llevó dignamente al apartarse de toda práctica o política estatal y actualmente ejerciendo su antiguo desempeño profesional como médico en un hospital del Distrito Federal. No aspiró a más puestecitos políticos de menor rango que la gubernatura, por lo cual acabó dignificando de paso el nivel supremo que tiene el papel de Ejecutivo estatal por sobre diputaciones y senadurías.
Trabajar antes y sobretodo después de su sexenio es una bofetada con guante blanco a los demás ex gobernadores que por los desfalcos rapiñeros lograron acumular un ilegal, vergonzoso e inmenso capital económico como para no preocuparse por el resto de su vida, aún cuando la mancha por su negro desempeño la carguen sus sucesores hasta el fin de los tiempos.
Su hermano Alejandro Gazcón Mercado alcanzó la alcaldía de Tepic en 1972 militando en el Partido Popular Socialista. Concluida su gestión se postuló para gobernador por el mismo partido y gracias a su buen desempeño la ganó en 1975 frente a Rogelio Flores Curiel candidato por el PRI e impuesto desde la ciudad de México por el presidente Echeverría.
El coronel Rogelio Flores Curiel  era jefe de la policía defeña cuando el “halconazo” cuatro años después de su complicidad en ese hecho, se le premió con la candidatura priísta para gobernador del estado y por medio de un chanchullo político a nivel presidencial  llegó a posesionarse del sillón estatal en Nayarit.
El PRI-gobierno imperante negoció en la ciudad de Tepic vía Porfirio Muñoz Ledo con Jorge Cruishank García dirigente del PPS. Mediante un acuerdo vergonzoso, se desconoció el triunfo de Gazcón y posteriormente el líder del partido solferino se convirtió en Senador de la República, después hasta su hijo  llegó también al mismo puesto senatorial dentro de lo que pudiera llamarse herencia maldita. Profundamente decepcionado,  Alejandro Gazcón Mercado se retiró de la política pública y participativa hasta fecha reciente en que falleció.
Alfonso Martínez Domínguez fue jefe del Departamento del Distrito Federal durante la matanza del “Jueves de Corpus”. El presidente Echeverría lo obligó a renunciar para distraer a la opinión pública, pero su genuflexión pública se vio compensada mucho después con la gubernatura de Nuevo León.
Muchos años después confesó el episodio de su defeña dimisión: “Me recibió, nos sentamos cerca el uno del otro. Se me acercó tanto que sentí su aliento en la cara, me tomó de la quijada y me dijo: Alfonso, vaya usted a su hogar, reúna a su esposa y a sus hijos y dígales que va a servir al presidente de la República. ¡Dígales que ha renunciado usted al cargo de jefe del Departamento del Distrito Federal! Sirve usted así al Presidente y a su amigo" y haciendo de tripas corazón cargó con la condena popular.
El general Hermenegildo Cuenca Díaz era en ese entonces Secretario de la Defensa Nacional  -fumaba puros manufacturados en Compostela a pedido especial-  también estuvo al tanto de la celada y golpe criminal contra los estudiantes y algunos maestros manifestantes, pues desde temprana hora de ese día diez de junio, el hospital militar dependiente de la Secretaría de la Defensa Nacional se acondicionaba a esperar la llegada de todos los heridos que deberían ser llevados exclusivamente a ese nosocomio antes de recluirlos como prisioneros en el Campo Militar Número Uno. Su lealtad cómplice también fue premiada con su candidatura-designación por el PRI para gobernar Baja California. Un infarto al miocardio le truncó la vida unos días antes de efectuarse las elecciones o el remedo de ellas.
Al arribar el Presidente Fox y su prometido cambio se renovó la esperanza por enjuiciar a todos los involucrados. En julio de 2004, la Fiscalía Especial formada exclusivamente para castigar los crímenes del pasado, solicitó a un juez que obsequiara orden de aprehensión en contra de Luis Echeverría Álvarez, por considerarlo responsable de la masacre del 10 de junio de 1971. El juez, sin leer el voluminoso expediente, la negó alegando prescripción del caso.
La Fiscalía se inconformó y presentó un pliego de agravios ante la Suprema Corte, la cual atrajo el caso por su importancia y trascendencia. En dos sesiones públicas de la Sala a la que se turnó el asunto, la mayoría de los ministros  -esos que tiene sueldos sultanescos-  rechazaron las propuestas de los ponentes y el caso fue turnado a un tercero. Lo que revela lo complejo y difícil del tema, pero también manifiesta la mentalidad arcaica dominante en el medio judicial. La Suprema Corte de la Nación se convirtió en cómplice y encubridora de Luis Echeverría Álvarez, al dar un fallo no favorable a la justicia que no hace acto de presencia desde hace ya 35 años.  
El presidente que pregonó un “Arriba y adelante” como frase de sexenio les aplicó a estudiantes y profesores un “abajo y atrás” panteonero bien practicado como  titular de gobernación en 1968. A éste que acostumbraba premiar con cotos estatales a sus cómplices, no lo alcanzó la espada de la justicia en este país más atrasado al respecto que otros sudamericanos semejantes que si enjuiciaron a ex sátrapas.
A la decepción actual en el poder Ejecutivo, que prometió aplastar víboras tepocatas y alimañas semejantes con tremendas botas e implantar un decidido, ejemplar y efectivo cambio radical justiciero y  benéfico, terminó tomando su chocolatito con toloache y calzando sus afelpadas pantuflas manufacturadas con piel de marta.

1 comentario:

avedeeo dijo...

poleno, hay kittens de nuevo.