jueves, diciembre 14, 2006

De terroristas y el alto costo pagado...

Y los aviones sembraron el terror… surgió el perfil, monstruoso, execrable, aborrecible y deprimente, y apareció la mañana trágica del 11 de septiembre. Rasantes aviones guiados por viles sujetos, condicionados a obedecer ciegamente, efectuaban su macabra misión. La finalidad destructiva fijada en mente de cada piloto había sido influenciada por mentes más perversas aún. Su misión era solo una: sembrar el terror, dañando desde las alturas.
El traicionero golpe contra el sistema de gobierno que avanzaba por rutas de orden, paz y justicia, fue largamente preparado. Los poderosos intereses económicos aunados a rencores insuperables cegaron totalmente a los impunes autores intelectuales. La fuerza increíble de una nación ajena se alió a los desleales habitantes de la patria agraviada para planear y coordinar acciones que culminaran con el desquiciamiento pleno.
Las dañinas explosiones provocaron temor indescriptible en la población inocente, ajena a tan brutales crímenes de guerra: Estelas de humo y polvo parecían inextinguibles, el aturdimiento, confusión e impotencia ante las alevosas, injustas y crueles acciones hizo presa de los involuntarios e inocentes testigos presentes.
El terrorista ataque aéreo sobre las dependencias gubernamentales hizo mella en el orgullo nacional, los edificios dañados, dañaron también al orgullo presidencial. Pasmado quedó el mundo entero ante el alcance, atrevimiento y la impunidad del encumbrado extranjero autor intelectual que ordenó el ataque a sangre y fuego contra la nación.Dolor, sangre, destrucción y muerte dieron origen a otra página negra de la historia universal.
Ese 11 de septiembre todo acabó para el presidente de la nación, abatido totalmente se decidió por su sacrificio.
Largo tiempo paseó su impunidad por el mundo, el odiado chacal que fríamente calculó el ataque. Protegido por personajes pudientes más ruines que él, y por grupos poderosos de intereses mezquinos, se regocijaba recordando su exitosa hazaña y los resultados de la misma.
Ningún personaje público ha exigido enjuiciar a Henry Kissinger, Secretario de Estado norteamericano autor intelectual del golpe de Estado contra Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973 en Chile.
Cualquier parecido con los avionazos en Nueva York en semejantes día y mes con la colaboración del extranjero autor intelectual en este caso Osama Bin Laden es coincidencia cruel.
Resurge el tema a raíz de la muerte de Augusto Pinochet, quien con su traición al presidente Salvador Allende, perjudicó hasta a México, pues por esa causa, Echeverría asiló a más de mil chilenos exiliados voluntaria e involuntariamente, dándoles espléndidos empleos dentro del sistema universitario y del aparato burocrático también.
En los retenes militares de esa época los habilitaron como agentes o policías judiciales federales y se distinguieron por su papel prepotente y autoritario contra los sufridos conductores en las diferentes carreteras nacionales, particularmente en los puestos de revisión de Magdalena, Jalisco y Santa Ana del mismo estado rumbo a Colima según testimonio del profesor ixtlense Misael de Santiago Velasco.
Ya sabrán, mexicanos malmodiados a domicilio por extranjeros rencorosos contra milites de su país. Hasta un caso de homicidio hubo, en represalia por “no dejarse revisar” al gusto del chileno mexicanizado. Los burócratas nacionales desplazados tuvieron que rumiar su impotencia y cuando mucho evocar una mentada de madre para el chileno general golpista y el mexicano presidente candilcallista, hoy próximo a seguir los pasos mortuorios del chacal sudamericano.

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