Artículo publicado en El Lechugón/ Hechos y Opinión el viernes 21 de mayo de 2010.
Eso sí es lo que me chinga. Nunca tal frase dicha en Mexicali por un intoxicado parrandero público y ya tristemente célebre diputado del Congreso local tuvo mejor abanico de aplicaciones.
Eso si es lo que me chinga: Que al problema doméstico personal de Juan Manuel Molina García diputado de la actual XIX legislatura del Congreso Local de Baja California; que fue derivado recientemente a exposición pública del mismo conflicto, sea utilizado para golpear políticamente al protagonista.
La mayoría de medios difusores regionales de todo tipo; sin hurgar, investigar o documentar imparcialmente sobre el asunto dado, de fricciones familiares en la vía pública, enfocaron sus baterías contra el historial prestigiado del joven legislador. No hubo atenuante alguna que frenara el ataque mediático. Prensa, radio y televisión, festinaron largo y tendido sobre el penoso asunto de índole particular que desafortunadamente bordeó los linderos de lo público.
Al evento en la escuela Primaria Gabriela Mistral de Villafontana, por homenaje del aniversario 204 del nacimiento de Benito Juárez en marzo pasado; llegó Juan Manuel Molina García en su triple papel: como padre de su hijo presente en el también llamado Festejo de Primavera, como presidente de la Asociación de Padres de Familia de esa escuela y como diputado donador de una flamante bicicleta -una de tantas que en otras circunstancias ha donado-, a rifarse entre el alumnado asistente a dicha fiesta escolar de familiar convivencia.
Al entrar al recinto saludó abrazando, a su hijo que corrió a saludarlo. Luego de un breve diálogo íntimo, el menor, alumno de sexto grado, dejó correr algunas lágrimas, mismas que, con palabras de aliento, enjugó el padre. Seguidamente, ambos disfrutaron del festejo y al final se retiraron del mismo, seguramente guardándose cada cual para sí, el sintomático pesar inicial, derivado de un proceso de divorcio entre los padres del niño.
Cincuenta y siete días después de esta fortuita observación leve y ajena a la vorágine familiar cotidiana de ambos protagonistas; se constató, que la ebullición de sentimientos dolorosos, tuvo que buscar escape. La paciencia paterna había llegado a su límite.
Ejerciendo su derecho tutelar sobre el pequeño, limitado judicialmente a los tres primeros días semanales, Juan Manuel Molina procedía a retirarse el lunes 17 de mayo, de la escuela Gabriela Mistral, acompañado de su hijo. Estando todavía dentro del recinto escolar, llegó la madre del menor y sin respetar acuerdo previo pretendía llevarse al niño. Sujetándolo permanentemente por un brazo exponía sus ilógicas razones. El padre del menor, anticipando algún conflicto por necedad materna, llamó a la fuerza pública municipal para que estableciera el orden. Llegaron los policías municipales, pero por norma, no les dejaron entrar al recinto educativo. La madre del menor -sujetando siempre al escolar- que ya se dirigía a la salida, al ver patrullas, se dirigió hasta la cancha techada situada a 50 metros adentro procediendo a llamar por teléfono a su licenciado que -sospechosamente- llegó de inmediato al lugar junto con el padre y hermano de la señora conflictiva, que anduvo siempre acompañada por un metiche compañero de trabajo que no tuvo empacho alguno en distraer horas de oficina de una dependencia federal oficial, donde ambos trabajan.
Una vez fuera de la escuela Primaria se acrecentaron los actos de provocación colectiva de parte de la señora y acompañantes, contra el padre del menor que reclamaba su derecho a custodiar al hijo según la facultad otorgada por un juez. Los alegatos propios al dirimir derechos, se dieron, pero las hirientes provocaciones por parte del hermano de la señora hacia el padre del menor, lograron su cometido de establecer un escándalo público perjudicial, no para el padre de familia involucrado, sino para el desempeño público de éste, como diputado o funcionario público.
Protagonizando el dicho: “Son risueños y les hacen cosquillas” los medios informativos se dieron vuelo festinando al estilo de hienas carroñeras sobre el desafortunado episodio, sin tomar en cuenta para nada otra justificante perla popular que reza: “A dos varas no hay toro manso” que en cristiano quiere decir que cualquier persona hostigada por un grupo mal intencionado en contra, tiene que reaccionar aunque fuese con moderada alteración impulsiva.
Esto sí es lo que me chinga: Que los medios “informativos” propicien sin remordimiento alguno, el linchamiento de quien sea, y en este caso; que su influencia contamine a algunos candidatos a presidente municipal con desubicación notoria, pero con oportunismo rastrero. El priista “Panchito” Pérez Tejada Padilla manifestó estar enojadísimo por “esas situaciones que molestan a la ciudadanía” sugiriendo de paso verse favorecido con el voto electoral a favor. El perredista Raúl Medina de plano se ubicó dentro del salvajismo perredista característico, al expresar en un programa radial: “me gustaría haber estado presente en la rueda de prensa del diputado Molina dada en la Comandancia, para haberlo retado a golpes, y claro que si voy a agarrar el tema como bandera política”. Lo dicho: Esto sí es lo que me chinga (y debe chingar, molestar, inconformar y propiciar enojo contra la caterva de malidicentes; en el común de los ciudadanos apolíticos que somos la mayoría).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario